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ALMA GRANDE

Por Ángel Álvaro Peña

El PRI ha demostrado en los últimos años que lo que menos le interesa es ganar las elecciones. Lo importante es resguardar la libertad de los delincuentes que militan en sus filas, aunque éstos contribuyan al descrédito social y a la derrota en las urnas.

El PRI ha dejado atrás no sólo su pasado sino su ideología.

No respeta la historia que le dio origen ni la idea que le otorgó fuerza, donde la justicia social era la plataforma de despegue para muchos políticos que sirvieron al país con honestidad y trabajo.

Cuando era necesario ver hacia adentro, cuando debieron crear una estructura estable para la selección de candidatos a puestos de elección popular, se prefirió el nepotismo y se acudió al sistema de dinastías para asegurar no sólo el poder dentro de una sola familia, que le garantizaba la impunidad, sino la continuidad del apellido en el feudo disfrazado de democracia.

El PRI se convirtió rápidamente de partido político en agencia de colocaciones e impulsor de la impunidad. En Veracruz hay pruebas contundentes de este tipo de estrategias que dejan a la justicia maniatada al momento de aplicar la ley contra los funcionarios públicos corruptos.

La administración de Fidel Herrera dejó mucho qué desear en materia de honestidad y transparencia. Para que no tuviera problemas con la ley, designó como su sucesor a Javier Duarte en un alarde de prepotencia dentro del tricolor.

Javier, que era el remedio, resultó peor que la enfermedad, quien desde los primeros meses de gobierno ya había superado a su gran maestro, en las artes del latrocinio y la creación de empresas fantasma.

Javier tuvo su propia camarilla, sus cómplices e incondicionales, sus prestanombres y sus asesores en materia de embolsarse el dinero de los veracruzanos en las partidas presupuestales estatales y a los mexicanos, en las partidas federales.

Una vez que el sexenio de Duarte agonizaba, fue el partido, desde Insurgentes Norte en la ciudad de México, el que inició el proceso de desconocimiento a Duarte quien había solicitado licencia para retirarse de su cargo. Quitarle los derechos partidistas no les quita ni un peso, se trata de un distractor que a nadie le importa ni afecta.

También fueron los priistas quienes permitieron que se desapareciera el gobernador como por arte de magia, y los dirigentes de ese partido otorgaron candidaturas a puestos de elección popular a los funcionarios públicos cercanos a Duarte, señalados como responsables del quebranto a Veracruz, junto con su ex jefe.

Fue en este escenario donde el PRI perdió uno de sus bastiones electorales más sólidos y donde el voto mayoritario a su favor era una tradición nacional. Pero la impunidad galopante se mostraba ante el asombro de propios y extraños. Nada importaba la derrota electoral, lo que era fundamental para los priístas era salvar de la cárcel a los corruptos, premiándolos con candidaturas a diputaciones locales y federales.

Este escenario fue uno de los factores determinantes para que el líder del tricolor en la entidad, Amadeo Flores Espinosa, presentara su renuncia en varias ocasiones ante la impotencia de enderezar el partido y volverlo a sus orígenes como un instituto político de presencia estatal, pero sobre todo competitivo a nivel electoral. El desgaste de Amadeo Flores fue tal, que buscaba desesperadamente una salida digna a su ejercicio frustrado como líder acotado del partido en el poder, que dejó de estarlo a causa de los excesos de los doce últimos años de gobierno priista en la entidad.

El partido se ha convertido en botín de unos cuantos, así el secretario general de la CROC al servicio de los trabajadores del ayuntamiento de Xalapa, Rolando Ortega Salazar, aseguró que se debe entender que el PRI está en decadencia. Lamentó que el PRI sigue con los mismos, que cada que se va alguien solamente lo sustituyen con mismas personas que solo se rotan en los puestos del partido.

Por lo que dijo que “los militantes ya se cansaron, es por ello que se le dio voto de castigo a nuestro partido, al PRI porque ya están cansados de los mismos, y finalmente por estas prácticas perdimos las elecciones pasadas a gobernador”.

Agregó que los propios militantes van a seguir cobrando la factura de las acciones de los dirigentes, ya que recordó que hace unos días se dio a conocer a los integrantes de los procesos internos del PRI y son los mismos de siempre.

Cada minuto que pasa está más lejana la posibilidad de que haya una verdadera renovación en el PRI de Veracruz, que exige, más que en cualquier otro estado de la República, de sangre joven y de probada honestidad.

Desde las primeras horas del jueves 12 de enero se ventilaron los nombres de Silvio Lagos Galindo, como presidente del Comité Directivo, y de Lorena Piñón, como secretaria general.

Para los veracruzanos es crucial el nombramiento del o la nueva dirigente del PRI estatal, porque será el anuncio de una posible victoria electoral del 4 de junio o de la derrota definitiva del partido que hasta hace seis años, nadie dudaba que contara con las simpatías de la gran mayoría de los habitantes de ese estado.

Si se escoge para el liderazgo estatal priísta a gente relacionada con Duarte o con Fidel Herrera, no habrá duda de la derrota tricolor en la gran mayoría de los 212 municipios que integran el territorio veracruzano. Si, en cambio se opta por gente nueva, de probada integridad, con consignas propias de un partido político puede existir la esperanza de ganar en los 212 municipios.

Pero la tendencia del PRI es seguir otorgando impunidad aunque con esto las derrotas electorales terminen por quitarle el registro como partido político al PRI, y Veracruz, otrora su bastión incondicional, podría ser la primera entidad donde la mayoría de la gente le dé la espalda.

Porque todas las decisiones del poder dentro y fuera de Veracruz están encaminadas a seguir burlándose de los mexicanos, por ejemplo el Congreso local aprobó la creación de la Comisión Especial para la Verdad sobre la Deuda Pública del Estado de Veracruz 1998-2016, donde Sergio Rodríguez Cortés, ex director del Servicio Nacional del Empleo en la primera mitad del sexenio de Javier Duarte y promotor del voto en su campaña a gobernador en 2010, fue nombrado presidente.

El diputado Rodrigo García Escalante intentaba incorporarse a dicha comisión, pero el resto de los legisladores se opuso y se lo impidió por el claro conflicto de intereses que se generaba.

Así, el PRI se convierte en el centro de atención de los priístas de todo el país, porque los tiempos de definición llegaron y van a marcar no sólo la tendencia ideológica de Veracruz en la competencia electoral de las 212 alcaldías y la renovación de gobernadores en tres estados, sino que podría definir la derrota o la victoria de un partido que parece ha dejado de serlo, para convertirse en una agencia de coartadas e impunidades subastadas al mejor postor… Esta columna se publica lunes, miércoles y viernes.

 

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