
El aniversario del webmaster

-¡Jesús, te has vuelto a olvidar otra vez!
-¿De qué, Adriana?
-¡Hoy cumplimos 5 años de casados!
-Pe… pe… pero, cómo me voy a olvidar de eso?
-Quiero que me lleves a cenar, a ver un buen espectáculo y a bailar.
– ¡Justamente era eso lo que había pensado!
– Está bien, quiero que me lleves a «MILENIO»
– ¿Quéeee? ¿Estás loca? ¡Eso es un antro!
– ¡JESÚS! ¡Quiero que me lleves ahí porque quiero conocerlo!
Y fueron… Apenas llegaron, el franelero le dijo:
– Buenas, ¿cómo te va chucho? ¡Me alegro de verte otra vez!
La mujer saltó sorprendida:
– ¿Qué dice éste? Ha dicho que se alegraba de verte otra vez.
¿Has estado tú aquí?
– ¿Yo? ¿Pero estás loca? ¿En este antro? Los franeleros le dicen a todos lo mismo. Estos lugares son así.
Llegaron ante el portero:
– Señor Jesús… ¡Qué alegría!
– Te ha dicho Señor Jesús… ¡Este te conoce!
– ¿Eh?… ¡Cómo no me va a conocer, si trabaja también en el taller al lado de la oficina. Es el electricista del taller.
Ya dentro, los recibió Alex, el gerente:
– ¿Cómo está Ingeniero Jesús? La mejor mesa, como siempre, ¿verdad?
– ¿Este también es electricista en el taller, Jesús? ¡¡Te voy
a matar!!
– No… eh… no, este señor me conoce porque es el que me vendió el reloj que te regalé…
– Jesús, me estás…
En ese momento apareció la vendedora de cigarrillos:
– ¡¡Mi Reeeeeeeeyy!! ¿Te doy tu Cohiba…?
La cigarrera se puso el habano entre los senos:
– Mete la manita, mi amor, y saca tu habanito!
Adriana estaba a punto de matar a su marido cuando se apagaron las luces. Por fin se sentaron y empezó el espectáculo. Apareció una mujer espectacular que empezó a hacer un striptease. Y cuando se quedó sólo con la tanga se acercó a la mesa de Jesús y, muy sensualmente, preguntó a toda la concurrencia:
– Y ahora… ¿Quieeeeeeen me va a quitar la tanguitaaaaaaaa?
Todos los presentes cantaron a coro:
– ¡¡Se ve, se siente, Chuchito con los dientes!!
– ¡¡¡Se ve, se siente, Chuchito con los dientes!!!
Adriana no aguantó más. Salió corriendo y se metió en un taxi. Jesús la siguió y también entró en el vehículo. La mujer empezó a pegarle y a tratar de tirarlo por la puerta.
– ¡¡Eres el imbécil más grande que he visto!!
Se quitó un zapato e, histérica, comenzó a pegarle en la cabeza y a gritarle las groserías más feas que le había escuchado a JuanRa…
El taxista se dio la vuelta y le dijo:
– Mire que hemos llevado zorras locas, Don Jesús… ¿Pero, como esta? ¡¡Ninguna!!!