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El pez grande encarcela al chico

El pez grande encarcela al chico

ALMA GRANDE
Por Ángel Álvaro Peña

  • Aunque la impunidad se vista de fuero, impunidad se queda.

En Veracruz las pesquisas por encontrar desesperadamente culpables señalan a personas que poco o nada tienen de responsabilidad en los grandes excesos de Javier Duarte y sus cómplices.

Ahora dos mujeres fueron detenidas por estar involucradas en la creación de empresas fantasma en la administración del gobernador con licencia.

La cacería de involucrados en el gran robo de Javier Duarte responsabiliza sólo a quienes tuvieron que ver con delitos secundarios, o bien obedecieron órdenes superiores, como sucedió con Domingo Yorio, o simplemente colocaron un sello o le facilitaron una computadora a los peces gordos.

Son 10 personas en esta situación, que poco o nada tienen que ver con el robo, desvío o retenciones de cientos de millones de pesos.

Por lo regular en este tipo de responsabilidades son servidores públicos de mandos medios que obedecen órdenes, pero como son las encargadas de firmas o sellos, la responsabilidad penal recae sobre sus personas sin misericordia.

Uno de los peces gordos que se amparan en su fuero es el diputado federal con licencia y encargado de la Comunicación Social del gobierno, Alberto Silva Ramos, nombrado el 20 de febrero de 2014, por primera vez.

Después se distrajo en un intento por tomar posesión en la diputación federal, pero lo que buscaba era el fuero que lo conduce a la impunidad.

Alberto Silva Ramos nació en Tuxpan, el 9 de septiembre de 1967, de donde fue presidente municipal de 2010 a 2013.

En los puestos ocupados ha dejado una mala imagen de su persona, y sospechas bien fundadas de su falta de eficacia y honorabilidad.

Alberto Silva Ramos, alias El Cisne, debe estar no sólo bajo la lupa de la justicia sino preso desde hace varios años. Se identificó, desde el principio de su gestión, como un enemigo de la libertad de expresión. Ha sido acusado de dilapidar los recursos asignados al área de prensa y los que de manera subterránea entrega a los medios y a los periodistas a modo.

Alberto Silva Ramos fue un efímero secretario de Desarrollo Social, sólo duró en el cargo seis meses. Asumió la SEDESOL estatal el 12 de agosto de 2013, aunque su rol estelar lo tuvo antes, cuando destruía la alianza PAN-PRD por el encargo de Javier Duarte.

Silva Ramos no es publirrelacionista ni tampoco funcionario eficiente. Pasó por la alcaldía de Tuxpan y la endeudó como nadie: 277 millones de pesos; perdió un pleito con el IMSS, que agregó otros 80 millones a su debacle; derrochó en imagen personal y se dio el lujo de traer a la vedete Larissa Riquelme, posar para Playboy, y la bautizó como “La novia de Tuxpan”.

Siendo candidato a la alcaldía, prometió encarcelar a su antecesor, Juan Ramón Gánem, y así lo hizo.

Iniciaba su desastrosa administración, en enero de 2011, cuando en las redes sociales pedía a gritos verlo tras las rejas. Se congratuló cuando meses después lo vio en prisión. Y se indignó cuando el ex presidente municipal resarció los 8 millones que le imputaban y recobró su libertad.

Una de sus más sucias hazañas fue un grave atentado a la libertad de expresión cuando encarceló al periodista Jorge Ricárdez Manrique, autor de la columna Del otro lado del Cristal, el 8 de mayo de 2011. El duartismo comenzaba a hacer de las suyas.

Manrique venía documentando el doble discurso, el doble engaño, la demagogia barata y la doble vida de Alberto Silva Ramos. “Quien miente en casa, le miente al pueblo”, decía el periodista.

Otro de los peces gordos que deben estar bajo investigación y arraigo es Gabriel Deantes Ramos, Contador Público por el ITESM. Maestro en Derecho Electoral, por la Universidad de Xalapa.

En la presente Administración, ha sido titular de la Oficialía Mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz, para después ocupar la Subsecretaría de Finanzas y Administración de la Secretaría de Finanzas y Planeación. A partir del 9 de enero de 2015, se desempeña como Secretario del Trabajo.

Hace un par de años surgió un escándalo en Veracruz por una residencia de media manzana, con un costo de 5 millones de dólares, acabados de origen italiano, se ubica casi frente al Club Britania, localizado en Las Ánimas y su propietario, es el actual Secretario del Trabajo y Productividad, Gabriel Deantes Ramos, primo hermano de Alberto Silva, mismo quien de ser taquero y vendedor de celulares en Tampico, Tamaulipas, ahora es un millonario.

Deantes Ramos también es dueño del edificio de cinco pisos en la Avenida Orizaba, esquina Jesús Reyes Heroles, en el Fraccionamiento Veracruz, con un costo mínimo de 30 millones de pesos, donde han realizado fraudes electorales, según afirman los vecinos, ocultando en el inmueble, una imprenta oficial para la impresión de boletas electorales clonadas.

Deantes Ramos es propietario de un edificio de departamentos en el exclusivo Fraccionamiento Santa Fe, en el Distrito Federal. En la Plaza Santa Lucía, ubicada sobre la Avenida Araucarias en Xalapa, hay un restaurante de comida Italiana llamado La Florentina, propiedad de Gabriel Deantes, donde recibe personalidades del medio político, como algunos diputados panistas.

La familia Selem es la dueña de este edificio y están desesperados por sacar a Gabriel Deantes de la Plaza Santa Lucía, porque el funcionario duartista debe dos años de renta, de $30 mil pesos cada mes. El millonario Deantes no puede o no quiere pagar los adeudos atrasados por $720 mil pesos y hasta evita recibir a los dueños, quienes le cobran y cobran sin tener éxito.

Además, el secretario del Trabajo, Deantes Ramos negó que se hayan perdido en 2015, 18 mil 155 empleos, que revelan las cifras del Inegi.

En su comparecencia afirmó que Veracruz tiene el 96.42 por ciento de la población ocupada; que la entidad pasó del 11 al octavo lugar en tasa de desempleo y señaló que siempre se ha mantenido por debajo de la media en desempleo.

Gabriel Deantes Ramos, juró que las observaciones que la Auditoría Superior de la Federación hizo en su contra, fueron solventadas y se comprobó legalidad. Posteriormente el 30 de mayo de 2013, tuvo que entregar su renuncia ante el titular de esta dependencia y ser relevado de su cargo, extrañamente en pleno proceso de la entrega recepción de la Cuenta Pública Consolidada en el año 2012. Siendo uno de los hombres más cercanos al gobernador se intentó manejar su retiro, justificándose con presuntos “encargos” que Javier Duarte le hizo; sin embargo, no hay una explicación oficial de porqué le fue solicitada su renuncia.

En 2014 Gabriel Deantes, fungía como subsecretario de Administración y Finanzas fue cesado, debido a que “defraudó la confianza del Javier Duarte”.

Ante los cambios en el gabinete de ese año, surge un pez gordo, quien debería estar detenido, Vicente Benítez, quien fue nombrado oficial mayor de la Secretaría de Educación, en lugar de Édgar Spinoso. El nuevo funcionario de la SEV venía desempeñándose como subsecretario en la Sedesol.

Ante esta realidad, Luis Velázquez señalaba en julio de ese año: “Mientras descarrila a Jorge Carvallo, secretario de Desarrollo Social, camino a la candidatura a diputado federal por el distrito de Los Tuxtlas, el Oficial Mayor de la Secretaría de Educación, Vicente Benítez, también busca seguir desplomando más y más a su antecesor, Édgar Spinoso Carrera”.

Vicente Benítez ha sido acusado de hacer pasarela entre las profesoras aspirantes para ser contratadas en la Secretaría de Educación.

Un grupo de aspirantes a profesoras, repartieron volantes donde manifiestan que Vicente Benítez González, blindado como diputado local, fue acusado de mantener una red de explotación sexual, con las que organizaba pasarelas nudistas, con la promesa de otorgarles una plaza.

En 2012 fue detenido con maletas cargadas de efectivo, en el aeropuerto de Toluca, dinero que dijo era para una feria cultural, cuando en realidad tenía fines políticos. De inmediato fue liberado y premiado con cargos de relevancia. Llamado también El señor de las maletas.

De estos personajes después nos ocuparemos en detalle.

Estos son algunos de quienes deberían estar bajo investigación y no empleados de nivel medio que sólo fueron utilizados como herramientas para cometer grandes delitos.

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