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El Lucero de Tuxpan

El Lucero de Tuxpan

Desde este rincón donde las musas
me visitan así, de vez en cuando,
desde este vértice fugaz de escaramuzas
que en mi mente se encuentran dimanando,

Elevo un canto primoroso a Tuxpan
crisol de un romar esplendoroso
jirón umbroso donde enjugan
las gaviotas su plumaje portentoso,

Donde el tiempo quizá en su quimera
se arrullara con el canto del cenzontle,
donde el sol al fulgurar siempre quisiera
eternizarse al ras del horizonte.

Donde mangles y palmeras reverdecen
dando marco a sus aguas cristalinas
y en el fondo arrecifes florecen
custodiando a corales en racimas,
y mil peces de colores embellecen
jugueteando entre burbujas peregrinas.

Elogio a Tuxpan y a su eglógica natura
donde el rayo del sol hace penumbra
en el intrincado manglar y su espesura
donde canta el turpial su partitura
florilegio tropical y no de tundra.

Loor, a Tuxpan y al efluvio de su brisa,
al crepúsculo fugaz de la mañana
donde el astro rey con su sonrisa
enamora a la luna y la tapiza
con estrellas que semejan filigrana.

Salve, Tuxpan de matices odorantes
esculpida por los dioses con la mano
es tu cielo una cascada de brillantes
en tus noches estrelladas, fulgurantes
¡Pareces gema engarzada al océano!

En tus montes se oye el canto de papanes
acompasando a chachalacas vocingleras
revoloteando entre purpurinos tulipanes,
alertando de atrevidos gavilanes
que merodean a sus nidos y sus veras.

Vine a ti, no como náufrago perdido
a esculpir con mi ética herramienta,
vine a ti, como un ser comprometido
a cincelar la roca para el nido
y a cultivar las mieses que alimentan.

Nada fácil resultó la ardua empresa
las manos y los ojos se agotaron,
se vivieron momentos de tristeza,
imponiéndose siempre la entereza
que las hadas del olimpo prodigaron;

De ambrosía se cubrió la fina mesa,
el nido se llenó con los polluelos,
la paloma arrulló con su terneza
arpegios de amor, cantos del cielo.

Vine a ti en mi fresca primavera
y ahora aliñas con caricias mi otoño,
te heredaré como prenda lisonjera,
¡Mi numen, mi rebrote, mi retoño!

¡Oh bello Tuxpan, no te olvidaré jamás!
para siempre serás mi aposento,
quizá en tu playa…sea una ola más,
o tal vez un pez que en tu río
nadaré siempre contento;
o quizá un lucero refulgente brillará
en el cenit de tu celeste firmamento.

Y allá, andando, allende el tiempo,
Alguien preguntará…

¿Qué es lo que brilla allá; allá a lo lejos?
Alguien contestará…

¡Cuenta la leyenda de un lucero
enamorado de su suelo,
que lo cuida, que lo vela,
que lo alumbra desde el cielo!

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