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EL PODER DEL SALUDO

EL PODER DEL SALUDO

Cuenta una historia que un Tuxpeño trabajaba en una planta empacadora de carne… Un día terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo;   se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador.  Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba.

La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta. Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte…

De pronto, se abrió la puerta. El guardia de seguridad entro y lo rescató…

Después de esto, le preguntaron al guardia: ¿A qué se debe que se le ocurrió abrir ésa puerta, si no es parte de su rutina de trabajo?

Él explicó: Llevo trabajando en ésta empresa 10 años… Cientos de trabajadores entran a la planta todos los días, pero él es el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes… El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible…

Hoy me dijo “¡Buenos Días!” a la entrada, pero nunca escuché  “¡Hasta mañana Poli!”… Y yo espero por ese  “buenos días”,  y ése  “hasta mañana” todos los días. Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré…

 

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