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EL BAÑO DE MUJERES

por | Abr 12, 2016 | Artículo

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El gran secreto de todas las mujeres respecto a los baños es que de chiquita tu mamá te llevaba al baño, te enseñaba a limpiar la tabla del inodoro con papel higiénico y luego ponía tiras de papel cuidadosamente en el perímetro de la taza.

Finalmente te instruía: «Nunca, nunca te sientes en un baño público» Y luego te mostraba la posición que consiste en balancearse sobre el inodoro en una posición de sentarse sin que tu cuerpo haga contacto con la taza.

‘La Posición’ es una de las primeras lecciones de vida de una niña, súper importante y necesaria, nos ha de acompañar durante el resto de nuestras vidas. Pero aún hoy en nuestros años adultos, ‘la posición’ es dolorosamente difícil de mantener cuando tu vejiga está a punto de reventar.

Cuando TIENES que ir a un baño público, te encuentras con una fila de mujeres que te hace pensar que dentro está Brad Pitt. Así que te resignas a esperar, sonriendo amablemente a las demás mujeres que también están discretamente cruzando piernas y brazos en la posición oficial deme estoy orinando‘.

Finalmente te toca a ti, si no llega la típica mamá con la nenita que no se puede aguantar más.

Entonces verificas cada cubículo por debajo para ver si no hay piernas.

Todos están ocupados. Finalmente uno se abre y te lanzas casi tirando a la persona que va saliendo.

Carnicería Sandy

Entras y te das cuenta de que la cerradura no funciona (nunca funciona); no importa… Cuelgas el bolso del gancho que hay en la puerta, y si no hay gancho (nunca hay gancho), inspeccionas la zona, el suelo está lleno de líquidos indefinidos y no te atreves a dejarlo ahí, así que te lo cuelgas del cuello mientras miras como se balancea debajo tuyo, sin contar que te desnuca la correa, porque el bolso está lleno de cosas que fuiste metiendo dentro, la mayoría de las cuales no usas, pero que las tienes por si acaso…

Pero volviendo a la puerta… Como no tenía cerradura, la única opción es sostenerla con una mano, mientras que con la otra de un tirón te bajas el pantalón y te pones en ‘la posición’…  Alivio…  AAhhhhhh… por fin…

Ahí es cuando tus muslos empiezan a temblar….

Por qué estás suspendida en el aire, con las piernas flexionadas, los calzones cortándote la circulación de los muslos, el brazo extendido haciendo fuerza contra la puerta y un bolso de 5 Kg. colgando de tu cuello. Te encantaría sentarte, pero no tuviste tiempo de limpiar la taza. Ni la cubriste con papel, interiormente crees que no pasaría nada pero la voz de tu madre retumba en tu cabeza ‘¡jamás te sientes en un inodoro público!’, así que te quedas en ‘la posición’ con el temblor de piernas…

Tikal

Y por un fallo de cálculo en las distancias ¡Una salpicada finíiiiiisima del chorro te salpica el trasero y te moja hasta las medias! Con suerte no te mojas tus propios zapatos, y es que adoptar ‘la posición’ requiere una gran concentración. Para alejar de tu mente esa desgracia, buscas el rollo de papel higiénico peroooo, como sieeeempreee…! El rollo está vacío… (siempre) Entonces suplicas al cielo que entre los 5 kilos de cachivaches que llevas en el bolso haya un miserable kleenex, pero para buscar en tu bolso tienes que soltar la puerta, dudas un momento, pero no hay más remedio…

Y en cuanto la sueltas, alguien la empuja y tienes que frenar con un movimiento rápido y brusco, mientras gritas ¡OCUPAAADOOOO! Ahí das por hecho que todas las que esperan en el exterior escucharon tu mensaje y ya puedes soltar la puerta sin miedo, nadie intentará abrirla de nuevo (en eso las mujeres nos respetamos mucho) y te pones a buscar tu kleenex sin agobios, te gustaría usar todos pero sabes lo valiosos que son en casos similares y te guardas uno por si acaso.

Ahí ya vas contando los segundos que te quedan para salir de ahí, transpirando porque es pleno Julio, y es increíble el calor que hace en esos sitios tan pequeños y en esa posición de fuerza en la que sigues… Sin contar el portazo, el desnuque con la correa del bolso, el sudor que corre por tu frente, la salpicada del chorro en las piernas… El recuerdo de tu mamá que estaría avergonzadísima si te viera así; porque seguramente nunca tocó el asiento de un baño público, porque francamente, ‘tú no sabes qué enfermedades podrías agarrarte ahí’… estás exhausta, cuando te paras ya no sientes las piernas, ¡te acomodas la ropa rapidísimo y le bajas!

Entonces vas al lavabo. Todo está lleno de agua así que no puedes soltar el bolso ni un segundo, te lo cuelgas al hombro, no sabes cómo funcionan los sensores automáticos, así que tocas hasta que sale un chorrito de agua fresca, y consigues jabón, te lavas en una posición de Jorobado de Notredame para que no se resbale el bolso y quede abajo del chorro…

El secador ni lo usas, es un trasto inútil así que terminas secándote las manos en tus pantalones, porque no piensas gastar tu kleenex para eso y sales… Tendrás suerte si no se te pego un pedazo de papel higiénico al zapato y lo vas arrastrando, o peor, ¡con la falda arremangada enganchada por las medias que te subiste a la velocidad de la luz y mostrando todo!

En este momento ves a tu novio que entró y salió del baño de hombres y encima le quedo tiempo de sobra para leer la Revista Forotuxpan mientras te esperaba.

-¿Por qué tardaste tanto?- Te pregunta el idiota.

-Había mucha cola- te limitas a decir.

Y esta es la razón por la que las mujeres vamos en grupo al baño, por solidaridad, ya que una te aguanta el bolso, la otra te sujeta la puerta, otra te pasa el kleenex por debajo de la puerta y así es mucho más sencillo y rápido ya que una solo tiene que concentrarse en mantener ‘la posición’ y por supuesto,  la dignidad…

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