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El cisne se hace pato

El cisne se hace pato

ALMA GRANDE

Por Ángel Álvaro Peña

  • “Yo no hago acuerdos con ratas”: César Camacho Quiroz

La complicidad es tan grave como el delito. Sin embargo, tiene coartadas que pueden hacer que los culpables alcancen la impunidad.

Si alguien tuvo Javier Duarte como operador en todas sus triquiñuelas fue Alberto Silva Ramos, quien al llegar al gobierno de Duarte ya tenía una larga trayectoria de delitos, sobre todo cuando quebró la economía de Tuxpan de donde fue presidente municipal. Ahí solicitó un crédito por 100 millones de pesos para renovar el alumbrado público y simuló contratos con empresas fantasma y nadie supo el destino final de ese dinero.

Alberto Silva, fue la sombra de Duarte durante los años que éste fungió como gobernador de Veracruz. Tanto que prefirió seguir en la oficina de Comunicación Social, luego de tomar posesión como diputado federal, cargo que le garantiza la impunidad, por lo menos por dos años más. Al solicitar una licencia a la Cámara para hacerle una guerra sucia mediática al ahora gobernador electo Miguel Ángel Yunes.

Sin embargo, no fue fácil para Alberto Silva, El Cisne, regresar a su curul esta vez. Al volver de su paraíso particular encontró una férrea oposición para que no tomara posesión de la diputación federal que le regalara su amigo Javier Duarte.

El rechazo creciente a Alberto Silva, en el interior de su partido, está encabezado por el líder de la fracción del PRI en la Cámara, César Camacho Quiroz, de ahí que tenga la necesidad Silva Ramos, de difundir fotografías donde platica, en aparente camaradería, con el coordinador de los diputados priístas.

Al PRI le conviene citar pero no concretar la comparecencia de Duarte, tal vez por eso hubo un intercambio de cartas, donde, en primer lugar el partido le convoca a presentarse para concluir con el proceso que le haría perder sus derechos partidistas.

La fecha y la hora estaban estipuladas en una carta que debió recibir Javier Duarte en algún lugar del planeta, o incluso en territorio mexicano.

Lo cierto es que Javier Duarte no pudo darse por enterado a través de notas periodísticas, y si así fue, esto debe sumarse al historial de descalabros del ex gobernador de Veracruz, por sentirse aludido a través de los medios de información y no a partir de una invitación directa.

Lo cierto es que el PRI debió entregarle esa carta, señalando día y hora; sin embargo, Duarte no se presentó. Ese citatorio debió llegar a algún lado de manera concreta y real; no puede basarse sólo en especulaciones, de tal suerte que puede pensarse que la cúpula de su partido sabe dónde está ubicado un prófugo de la justicia que no por ser militante es menos culpable.

Es por ello que un grupo de priístas, dentro y fuera de la Cámara de Diputados, quiere el desafuero de Silva Ramos, antes de que se le descubran más delitos y manche más aún la imagen del tricolor.

El daño patrimonial durante el sexenio de Javier Duarte de Ochoa asciende a 180 mil 888 millones 402 mil 510 pesos, según un diagnóstico de la Comisión de Hacienda del Congreso local. El ejercicio fiscal del gobierno de Duarte promedió cada año entre 95 mil y 100 mil millones de pesos anuales. Cometió un daño patrimonial equivalente al presupuesto total de casi dos de los seis años que gobernó.

Según se afirma no hay familiar, amigo, compadre cercano a Javier Duarte que no haya estado implicado en sus excesos, para desfalcar al erario de la entidad por unos 3 mil millones de pesos.

La amplia complicidad implica a 40 personas de su primer círculo, entre familiares de él y de su esposa, Karime Macías Tubilla, así como amigos que sirvieron como prestanombres.

La red de corrupción y lavado involucra a una decena de personas más, en su mayoría exfuncionarios en el gobierno de Veracruz, entre ellos los exsecretarios de Finanzas, Desarrollo Social, Educación y Protección Civil, así como sus colaboradores.
Entre los sospechosos de ser su cómplice está su madre, Cecilia Ochoa Guasti, su hermano Daniel Duarte de Ochoa y su esposa Karime Macías. También sus suegros Jesús Antonio Macías Yazegey y María Virginia Yazmín Tubilla Letayf; su tía política Corsí Tubilla Letayf; su cuñada Mónica Ghihan Macías Tubilla, y el esposo de ésta, José Armado Rodríguez Ayache.

Se investiga además a sus primos políticos Córsica Alejandra y Jorge Fernando Ramírez Tubilla. Otros familiares son Lucía Letayf.

Entre otros está Moisés Mansur Cysneiros, quien cuenta con orden de aprehensión por delincuencia organizada y lavado de dinero.

En tanto, hay al menos una decena de exfuncionarios indagados, entre ellos: Edgar Spinoso, ex oficial Mayor del estado; Tomás Ruiz, ex secretario de Finanzas; Tarek Abdalá Saad, ex tesorero; Alberto Silva Ramos, exsecretario de Desarrollo Social; Vicente Benítez, ex subsecretario Desarrollo Social, y Humberto Benítez, exjefe de la Unidad Administrativa Desarrollo Social.

Aunque el Presidente de la República asegure: “ningún presidente se ha levantado (cada día) pensando cómo joder a México, sino cómo hacer para que al país le vaya bien”. Al parecer más de un gobernador despierta con la intención de ver a quien jode, y Duarte fue uno de ellos.

Además, la PGR solicitará la colaboración de las autoridades de Estados Unidos para establecer los movimientos financieros en torno a diversas propiedades en Texas, Nueva York y Florida, relacionadas con el caso de Javier Duarte.

Todos pueden estar implicados pero ninguno como Alberto Silva Ramos, a quien conoció Duarte en 1993, cuando trabajaban en el Diario Oficial de la Federación, desde entonces la amistad ha tenido uno de los más fuertes lazos que pudiera haber entre funcionarios públicos: la complicidad.

En 2008, es decir, cuando su amistad cumplió sus primeros 15 años, Silva Ramos entró a la secretaría de Finanzas en el gobierno del estado, bajo las órdenes del hoy prófugo de la justicia, Javier Duarte. Ahí concedió 45 contratos, por un total de 243 millones de pesos a empresas que no existían.

Así como en el compadrazgo hay grados, en la complicidad también, y el grado más alto, el más próximo a Duarte y el más cercano a su corazón, es sin duda Alberto Silva Ramos, quien conoció todas las triquiñuelas del ex gobernador y se enriqueció desde esa posición sin que hasta la fecha haya poder humano que pueda llevarlo a la cárcel, donde debió estar por muchos años, desde hace mucho tiempo.

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